En la Comunión General de la Hermandad. Enrique Gómez Millán. 9 de noviembre de 1930.
Hoguera de amores, bendita Señora,
tus ojos divinos encienden en mí
y llenan i alma pobre y pecadora
de dulce ventura, que es luz de una aurora
que solo es del cielo, que solo es de ti.
Henchido mi pecho de ese amor sagrado,
yo llego a tus plantas lleno de ilusión,
y al ver que a tus plantas yo estoy humillado,
tú entonces, ¡Oh Reina! a tu Niño has rogado
que llene mi vida de paz y perdón.
Que baje del cielo, que en pan convertido
mi alma la invada, la llene de luz…;
que el llanto que el hombre que peca ha vertido
es tierno homenaje de amores rendido
al Dios humanado, que muere en la Cruz.
Yo soy muy dichoso ¡Virgen del Amparo!
pues tengo en mi pecho a mi Redentor.
Tú fuiste ¡Oh Virgen! mi encanto y mi faro
que guió mi vida con destello claro
y me diste ¡Madre! Al Dios del Amor.