MAYO CULTURAL I. Notas sobre dos antiguos retablos de la Virgen del Amparo en la desaparecida Parroquia de Santa María Magdalena.

NOTAS SOBRE DOS ANTIGUOS RETABLOS DE LA VIRGEN DEL AMPARO EN LA DESAPARECIDA PARROQUIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA

Por José Roda Peña

(Publicado en nuestro boletín Amparo, nº 40, mayo de 2010)

La efigie de Nuestra Señora del Amparo, como refiere el presbítero Antonio González Cantero (†1774) en el manuscrito que sobre dicha imagen y su Hermandad redactó a mediados del siglo XVIII, recibía culto en la desaparecida parroquia sevillana de Santa María Magdalena, “al lado derecho del Altar Mayor, y bajo del Arco toral de dicha Capilla Mayor”[1]. Confirma dicho emplazamiento González de León en 1844, refiriéndose a la Virgen como “antigua y devota… simulacro de gran prestigio y devoción en esta ciudad, y por tanto muy rica de adornos y alhajas, cuya escultura, a pesar de su mucha antigüedad, no carece de mérito artístico, sin que sea fácil fijarle autor”[2].

            Una excelente estampa abierta hacia 1750 por el grabador sevillano Juan Fernández, sobre un diseño original del pintor Pedro Tortolero, nos muestra a la Virgen del Amparo presidiendo un sencillo retablo-hornacina de estructura y decoración tardobarroca[3], tal como debía venerarse durante aquellos años en el templo parroquial[4]. Foto4Por decreto de 3 de noviembre de 1752, el Arzobispo Coadministrador de la Diócesis concedió a la Hermandad del Amparo el uso de dicho altar, pues ésta le había manifestado, a través de un memorial, su deseo de reformarlo y mejorarlo hasta dejarlo con el mismo primor y decencia con que estaba el vecino retablo dedicado a San Juan Nepomuceno[5]. En efecto, el altar de la Virgen fue sometido desde mayo de 1753 a una importante intervención, costeada por su Hermandad, tendente a su enriquecimiento. Las mejoras que se introdujeron en el mismo fueron las siguientes: se procedió, en el centro del banco, a la talla y dorado de un sagrario, así como de un “camarín” o manifestador para el Santísimo y de un “trono” para San Juan Bautista, una efigie que había sido donada por el cofrade y Licenciado D. Juan de Vargas; asimismo, se esculpieron y policromaron los dos ángeles que, situados sobre la cornisa, sostenían las insignias de los corazones alados; además, se practicó una escalera desde el púlpito, para que el sacerdote pudiera acceder hasta el referido expositor eucarístico; también se doraron las molduras de los cristales que cerraban la hornacina de la Virgen; se avivaron los colores de los festones de frutas y se encarnaron los serafines, el referido San Juan y las figuras de medio relieve del grupo de la Visitación, quizás colocado en el ático; por último, la máquina lignaria se barnizó por completo, corriendo todos los gastos a costa de la corporación[6].

            Nuestra investigación nos ha permitido desvelar la identidad de los artífices que se hicieron cargo de las tareas mencionadas. En concreto, la obra de talla se encomendó al carpintero Vicente López, a quien se pagaron 458 reales[7]; las imprescindibles obras de albañilería las asumió el oficial Diego Dávila por 145 reales y 10 maravedíes[8]; la composición del frente acristalado de la hornacina de la Virgen la emprendió Antonio Rodríguez, llevando 120 reales[9]; las menudencias de cerrajería supusieron 30 reales que se abonaron a Juan González[10]; el escultor Bartolomé García de Santiago cobró 105 reales entre septiembre y noviembre de 1753 por la hechura de los dos ángeles[11]. Ya en enero de 1754, se liquidaron 230 reales al pintor y cofrade de la Hermandad Juan José de Uceda, quien estuvo al frente de todas las tareas de policromía y encarnado[12]. Tras obtener la preceptiva licencia del Provisor Céspedes, el 31 de marzo de 1754 Antonio González Cantero bendijo el tabernáculo del retablo a fin de poder reservar en su interior el Santísimo Sacramento, puesto que la puerta del sagrario de la Hermandad Sacramental se había retirado provisionalmente para forrarla de plata[13].

Fue también entonces, en marzo de 1754, cuando se colocó en el respaldo de este altar unretablo (3) cajón de madera, provisto internamente de tres divisiones y cerrado por dos llaves, para que sirviera de archivo, cumpliéndose así lo estipulado en el capítulo dieciocho de la Regla., donde se ponía de relieve lo oportuno y útil que sería contar con un mueble que contuviera, en las mejores condiciones de conservación y seguridad, los fondos documentales de la Hermandad[14]. Su manufactura corrió a cargo del carpintero Juan Eugenio Vázquez de Molina, con un coste de 124 reales[15]. Este mismo artífice suplementó el plan de altar con una tabla sujeta por dos canes, a fin de poder colocar sobre él unos blandones que iluminaran la imagen mariana[16].

            Los ramos con coronas de flores contrahechas de seda formaron parte del adorno habitual del altar de la Virgen. Un total de ocho –cuatro grandes, valorados en 150 reales, y otros tantos más pequeños, en 60 reales– fueron confeccionados por la hermana Dª Manuela Pereira en junio de 1754, siendo donados por ella misma y por otra hermana, Dª María Mallén[17]. La Hermandad costeó para los mismos unos pies de madera plateada, que los ejecutó el citado carpintero Juan Eugenio Vázquez de Molina[18]. Dos más, “mui menuditos”, obsequiados por la camarera Dª Josefa de Yartúa, se sumaron a los anteriores en octubre de ese año[19].

            Consta asimismo que la corporación sufragó en diciembre de 1754 los 510 reales que costaron los dos candeleros “cornicopias” de plata situados delante de la Virgen, repujados por Antonio Méndez[20].

            Un cofrade que se trasladó a México por orden del Rey, D. Agustín López Cámaras Altas, regaló los cordones carmesíes que sustentaban las dos arañas que colgaban delante del altar de Nuestra Señora, así como el que servía para correr y descorrer el velo de su camarín[21]. En efecto, pendiente de una gotera, un velo permitía que la imagen mariana estuviese oculta o descubierta a la vista de los fieles, y aún existía otro amplio cortinaje exterior de lienzo teñido que podía llegar a cubrir enteramente el altar en las fechas prescritas por la liturgia de Cuaresma y Semana Santa[22]. Sabemos que a uno de los grandes devotos que tuvo la Virgen del Amparo a finales del siglo XVII, el Arzobispo Jaime de Palafox y Cardona (1684-1701), se le “descubría” la imagen todas las tardes que acudía a venerarla al templo de la Magdalena, permaneciendo “largo tiempo sentado contemplando sus perfecciones, hermosura, y gracia”[23].

Pasadas unas décadas, el 8 de abril de 1780, el Dr. D. Antonio de Vargas, en su doble condición de Cura más antiguo de la parroquia de Santa María Magdalena y Hermano Mayor  de la “Hermandad de la Madre de Dios del Amparo”, se dirige por escrito al Provisor y Vicario General de Sevilla y su Archidiócesis para expresarle “que para maior hermosura y adorno la dicha Hermandad a determinado quitar el retablo biejo y hazer uno como se demuestra en el diseño que acompaña esta representación”, solicitando su licencia para proceder a dicho efecto. Consta explícitamente en el expediente que se guarda en el Archivo General del Arzobispado que se le concedió dicha autorización, “haciéndose conforme a el diseño que acompaña y va rubricado, y sin perjuicio de la fábrica”[24].

Por desgracia, no hemos podido completar la anterior información con ninguna otra de índole estrictamente artística, pues la escasa documentación conservada de ese momento en el archivo de nuestra Hermandad –en realidad, sólo unos pocos comprobantes de pago– nada aporta en este sentido. Eso sí, en buena lógica debe pensarse que en este nuevo retablo ensamblado en 1780 debió recibir culto la venerada imagen de Nuestra Señora del Amparo hasta que el gobierno intruso francés mandó derribar la parroquia de la Magdalena, motivando el traslado de la sagrada efigie al exconvento dominico de San Pablo el 16 de junio de 1810.

[1] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Edición a cargo de José Roda Peña. Sevilla, 2005, p. 95.

[2] GONZÁLEZ DE LEÓN, Félix: Noticia Artística de Sevilla. Sevilla, 1844, p. 101.

[3] MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: “La Virgen del Amparo en la estampa” en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 561. Sevilla, noviembre de 2005, pp. 784-785.

[4] Las siguientes noticias artísticas que ofrezco sobre este retablo de la Virgen del Amparo y su adorno ya las publiqué en mi estudio “La imagen y la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo antes del terremoto de Lisboa de 1755” en X Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su provincia. Sevilla, 2009, pp. 263-300.

[5] Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Sección Justicia. Serie Hermandades. Leg. 11A.

[6] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 107.

[7] Archivo de la Hermandad del Amparo de Sevilla (en adelante, A.H.A.S.). Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 2. “Digo yo Vizente López que tengo ajustado con los Diputados de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo en quatrosientos y sinquenta reales de vellón, la obra del retablo de dicha Hermandad, la que se compone de manifestador para el Santíssimo, trono para Señor San Joseph [creo que puede tratarse de una confusión, y referirse en realidad a San Juan Bautista], Sagrario para el Santíssimo, una puerta para una taca que se ha de hacer en el plan del altar, y he de repasar y poner todas las piesas que faltaren y aforrar la gotera, para lo qual, y a quenta de dichos quatrosientos y sinquenta reales de vellón en que tengo hecho ajuste, he resebido del Sr. D. Ygnacio de Arteaga, hermano Mayordomo de dicha Hermandad, doscientos reales de vellón, y para que conste dicha obligación y resivo, doy el presente en Sevilla a treinta de Mayo de mil setezientos sinquenta y tres. Son 200 reales vellón. Bisente López (rúbrica)”. Los 250 reales restantes los cobró el 13 de agosto de 1753. A los anteriores se sumaron otros 8 reales que también se le entregaron el 13 de agosto, correspondientes a dos días de sueldo de un peón que le ayudó a quitar el retablo “y ponerle las espigas”.

[8] Ibidem. Carpeta 3, recibo nº 3. “Memoria por menor del costo de Albañilería causado en el altar de María Santíssima Nuestra Señora del Amparo, sita en la Yglesia Parroquial de Señora Santa María Magdalena desta Ciudad, en el qual se hizo de nuevo la tarimilla de él, se mudó la taca del aseyte, que estaba en el mismo altar, en lo que se y demás que se ofreció se ha gastado lo siguiente… ciento quarenta y cinco reales y diez maravedíes de vellón, que yo Diego Dávila, ofizial de Albañil he distribuido en la forma referida, y resevido del Señor D. Ygnacio de Arteaga, Mayordomo de la referida Hermandad, i por no saber firmar, a mi ruego firma un testigo, que lo fue Sebastián Vázquez. Sevilla, diez y seis de Agosto de mil setezientos sinquenta y tres”.

[9] Ibid. Carpeta 3, recibo nº 4. “Digo Antonio Rodríguez que reciví del Sr. D. Ygnacio de Arteaga, Presvítero Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo de la Parroquial de Santa María Magdalena de esta Ciudad, ciento y veinte reales de vellón por la composizión de la vidriera del Altar de dicha Ymagen; y para que conste, y sea verdad doy éste en Sevilla en dies y ocho de Agosto de mill setezientos sinquenta y tres. Son 120 reales vellón. Antonio Rodríguez (rúbrica)”.

[10] Ibid. Carpeta 3, recibo nº 5. “Digo io Juan Gonzales maestro serrajero, que reciví del Señor D. Ygnacio de Arteaga Presvítero Mayordomo de la Hermandad de Nuestra Señora del Amparo de la Parroquial de Santa María Magdalena de esta Ciudad, treinta reales vellón por lo que a tenido que hazer de nuevo y componer diferentes piezas de hierro de vidriera, y la gotera, llaves, y demás composizión para el Altar de dicha Ymagen; y por ser verdad doy éste en Sevilla, y Agosto 18 de 1753. Son 30 reales vellón. Juan Gonzales (rúbrica)”.

[11] Ibid. Carpeta 3, recibo nº 7. “Reseví del Sr. D. Francisco Carrejo, Presvítero, diputado de la Hermandad de María Santíssima del Amparo, sinquenta reales de vellón por quenta de mayor cantidad, por unos Ánjeles compañeros de los del Señor San Juan Nepomuceno que he de entregar dentro de quinse días del mes presente, y por verdad lo firmé en Sevilla en 3 de septiembre de mil setesientos y cinquenta y tres. Son 50 reales de vellón. Bartolomé Garsía de Santiago (rúbrica)”. Ibid. Carpeta 3, recibo nº 8. “Reciví del Sr. D. Andrés Joseph Mercier treinta reales vellón por quenta de los Ángeles que estoy executando para el altar de Nuestra Señora del Amparo. Sevilla y Septiembre 29 de 1753. Son 30 reales vellón. Bartolomé Garsía de Santiago (rúbrica)”. [Al dorso] “Reciví del dicho Sr- veinte y sinco reales de vellón con que se completan los siete pesos en que se ajustaron dichos ángeles. Noviembre 1 de 1753. Son 25 reales vellón. Santiago (rúbrica)”. Los ángeles debían ajustarse al modelo que ofrecían los del vecino retablo de San Juan Nepomuceno, situado en el colateral del lado de la Epístola. Nos encontramos ante una de las últimas obras documentadas de Bartolomé García de Santiago.

[12] Ibid. Carpeta 3, recibo nº 12. “Reciví del Sr. D. Andrés Mercier, como Diputado de la obra del retablo de María Santíssima del Amparo, sita en la Parroquial de Santa María Magdalena de esta Ciudad, nombrado por su Hermandad, treinta reales de vellón por los remates insignias de la Hermandad que he hecho y se han puesto en el retablo dicho. Sevilla y Noviembre 30 de 1753. Son 30 reales de vellón”. “Reciví de dicho Señor dossientos reales de vellón, los ciento y veinte de ellos, por encarnar, y estofar los dos Ángeles que ahora se han puesto en la cornisa del Retablo expresado en el antecedente recivo, y los ochenta reales restantes por renovar los colores de las frutas de el mismo retablo, encarnar sus serafines, la Ymagen de San Juan, y las figuras de medio relieve de las ymágenes de la Visitación que está en él. Sevilla 31 de enero de 1754. Son 200 reales vellón. Juan Joseph de Uzeda (rúbrica)”.

[13] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 106.

[14] Ibidem.

[15] A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 15. El 30 de marzo de 1754 firma un recibo de 124 reales “por el costo de madera, herraje y manisfactura del Archivo, que se ha formado en el respaldo del Altar de dicha Hermandad”.

[16] Ibidem. “Reseví de dichas Arcas por mano de dicho Señor D. Antonio Gonzales sinquenta reales de vellón por el costo que tubo una tabla que se hizo para colocar blandones para poner luces a los pies de la Virgen, dos canesillos en que descansa, hacer dos corazones para el remate del Altar y componer otro, y por el dorado y pintado de los canes y corazones, y el filete de la tabla. Sevilla treinta de Marzo de mil setezientos sinquenta y quatro”.

[17] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 106.

[18] A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 15. Recibió 33 reales el 30 de junio de 1754, “los quinze dellos por ocho pies para los ramos de flores que sirven en el Altar de dicha Hermandad, y los diez y ocho restantes del plateado”.

[19] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 108.

[20] A.H.A.S. Leg. 3.2.2. Carpeta 3, recibo nº 27. Antonio Méndez firmó  un recibo  de 510 reales de vellón el 20 de diciembre de 1754, “los tresientos y setenta de ellos por el valor de veinte y tres onsas, y dos adarmes de plata de a dies y seis reales la onsa que pesan dos cornicopias que he hecho para el altar de dicha Soberana Señora, los ciento y veinte por la hechura dellas, y los veinte restantes por la armazón de hierros dellas”.

[21] GONZÁLEZ CANTERO, Antonio: Noticias sevillanas del siglo XVIII. La Virgen del Amparo y el terremoto de Lisboa de 1755. Op. cit., p. 107.

[22] Ibidem, p. 108.

[23] Ibid, p. 152.

[24] Archivo General del Arzobispado de Sevilla. Sección Justicia. Serie Fábrica. Leg. 1.886.

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