El jueves 6 de noviembre de 1851 se celebraba el último día de la Novena en honor de la Virgen del Amparo, y la crónica periodística de la jornada elogiaba tanto las encendidas prédicas del sacerdote D. José Rafael de Góngora cuanto el acompañamiento musical de estos cultos, encomendado a una orquesta que interpretó por vez primera una hermosa Salve compuesta por Antonio Solís. El anónimo redactor ya anunciaba que en la procesión del siguiente domingo 9 de noviembre, la venerada imagen de Nuestra Señora estrenaría “un rico manto que según dicen ha costado cuatro mil duros”.
Pocos días después de la citada salida procesional, la prensa sevillana volvía a reparar en el estreno del manto de la Virgen del Amparo. La noticia hemerográfica comienza por reparar en la belleza del terciopelo, adquirido en una prestigiosa fábrica francesa, cuyo coste se estima entre seis y siete duros la vara, describiendo su color como “blanco con ligero viso melado”. Continúa manifestando que “el bordado, tanto de la magnífica guardilla como del salpicado de distintas flores como rosas, dalias, tulipanes, pasionarias, etc., es muy digno de ser observado con atención, no sólo por el gusto de los dibujos y la inteligencia con que han sido ejecutados, sino por lo sobresaliente del oro, que todo él es de lo más fino”. No deja de admirar la calidad de la blonda de hilo dorado que guarnece el perímetro de la prenda, importando cada vara de encaje veintidós duros. El precio total del manto se elevaría a la nada despreciable suma de 50.000 reales, que fueron sufragados en su totalidad por un devoto, Antonio Aguirre. Finalmente, el periódico revela que toda la obra se había realizado en el obrador de Manuel de Ariza, que vivía en la calle Lanza, junto a la parroquia de Santiago.
Según se deriva de la documentación que obra en el archivo corporativo, en realidad la donación se compuso de dos prendas, el manto y el “vestido” o saya de la Virgen, ambas estrenadas durante la Función y procesión de la fiesta del Patrocinio de ese año de 1851. La referida saya también está bordada en oro, pero esta vez sobre tisú de plata, basándose en el mismo diseño y empleando los mismos materiales y técnicas que en el manto, por lo que no cabe dudar de su misma paternidad artística.
Debe recordarse que Manuel María Ariza es uno de los más reputados bordadores del siglo XIX, cuya producción está por el momento acreditada a partir de 1845, año en que bordara la túnica de los cuernos de la abundancia para el Nazareno de Pasión. Con posterioridad, acometería encargos tan relevantes como el vestido para una imagen de Santa Teresa de Jesús destinada a una iglesia hispanoamericana (1851), este conjunto de manto y saya para la Virgen del Amparo (1851), un manto y un Simpecado para la Soledad de San Buenaventura (1852), una túnica para el Señor del Gran Poder (1854) y el manto y saya para la Virgen del Rosario de la parroquia sevillana de San Vicente, junto al vestido de su Niño Jesús (1863).
Por acuerdo del Cabildo General Extraordinario celebrado el 28 de febrero de 2009, los hermanos del Amparo decidieron afrontar la recuperación de tan suntuoso manto, encomendando dicha tarea al acreditado bordador ecijano Emilio José Gómez Moreno, quien la culminó con el mayor de los éxitos, devolviéndole su esplendor primitivo, tras haber restaurado cada una de sus piezas, que fueron pasadas a un nuevo soporte importado de Lyon, expresamente confeccionado en textura y coloración enteramente similares al terciopelo original. La Santísima Virgen volvía a lucir su manto procesional en su paso en la Función Principal del año 2010. Previamente estuvo expuesto en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla entre los días 9 al 12 de octubre en solitario y del 15 al 24 formando parte de una muestra de Hermandades de Gloria.