Devocionario

Pretendemos ofrecer en este apartado de nuestra web una serie de oraciones que nos ayudarán y enseñarán a dirigirnos a nuestra Madre Celestial. Son oraciones, en su mayoría, que forman parte del «patrimonio devocional» de la Hermandad del Amparo, por la especial significancia que presentan en nuestros cultos y que se dirigen a Nuestra Señora con asiduidad entre los hermanos.

 

Bajo tu AmparoAcordaosTriduo a Nuestra SeñoraMes de María

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

La oración más antigua dirigida a la Virgen. Sub tuum praesidium

Recogemos este texto sobre una de las primeras oraciones dirigidas a la Virgen por los primeros cristianos. La oración Sub tuum praesidium es un testimonio entrañable, probablemente el más antiguo y el más importante en torno a la devoción a Santa María.

Se trata de un tropario (himno bizantino) que llega hasta nosotros lleno de juventud. Es quizás el texto más antiguo en que se llama Theotokos a la Virgen, e indiscutiblemente es la primera vez que este término aparece en un contexto oracional e invocativo.

Edgar Lobel, experto en papirología de la Universidad de Oxford,  dedicó su vida al estudio de los papiros encontrados en Egipto. Uno de estos papiros, descubierto en las proximidades de la antigua ciudad egipcia de Oxirrinco, contenía una oración a la Virgen. Y no cualquier oración, sino una plegaria que continuamos rezando hoy en día, la oración «Sub tuum praesidium».

La versión latina es:

Sub tuum praesidium
confugimus,
Sancta Dei Genitrix.
Nostras deprecationes ne despicias
in necessitatibus nostris,
sed a periculis cunctis
libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.

Resulta impresionante rezar esta oración, sabiendo que los cristianos la rezaban ya, por lo menos, en el año 250 d.C., que es la fecha en la que Edgar Lobel dató el papiro en el que se encontraba.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.

Oración de intercesión a la Virgen María, comúnmente atribuida a san Bernardo de Claraval (1090-1153), posiblemente porque fue popularizada por Claude Bernard, el «Sacerdote Pobre» (1588-1641). El verdadero autor es desconocido. Los primeros textos que se conocen datan del siglo XV. Frecuentemente los papas le han otorgado indulgencias, hay ahora indulgencias parciales para quienes la reciten.
Conocida por su primera palabra, Acordaos (en latín Memorare)

Oración en latín:

Memorare, O piissima Virgo Maria, non esse auditum a saeculo,
quemquam ad tua currentem praesidia,
tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia,
esse derelictum.
Ego tali animatus confidentia,
ad te, Virgo Virginum, Mater,
curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto.
Noli, Mater Verbi,
verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi.
Amen.

Ofrecemos aquí el ejercicio del Triduo Solemne que se consagra a Nuestra Señora en los días previos al domingo del Patrocinio, el principal acto de culto de nuestra Hermandad durante el mes de noviembre.

Oración para todos los días

(Todos)

¡Oh dulcísima emperatriz de los Cielos! Amparo prodigioso de todos los que afectuosamente te invocan; atiende, Señora piadosísima, a los continuos ruegos con que te claman estos amantes hijos por el alivio de sus necesidades; socorre sus aflicciones, llénalos de la abundantísima gracia con que te ha favorecido el Espíritu Divino, para que experimentando tu felicísimo Amparo el pronto alivio de la necesidad que padecemos, bendigamos tus grandes y señaladas misericordias, alabemos tu poderoso patrocinio, con el que favorecidos en la tierra, seamos igualmente conducidos a gozar de tu amable compañía por eternidades en el cielo. AMÉN

DÍA PRIMERO: CONCEPCIÓN DE LA SEÑORA

(Lector) 

Preparemos, almas cristianas, nuestros corazones piadosos, para meditar devotamente el grande misterio, en que empieza a significar la Santísima Virgen María el grande Amparo y protección, con que había de favorecer a todos los pecadores.

¿Si en Ella encontramos un río abundantísimo de gracias desde el primer momento de su ser, por qué no acudimos a participar de estas mismas?

¡Oh Madre de pureza, y pureza origina! A ti rogamos y pedimos tu Amparo anticipado, para que purificando nuestros corazones de las manchas de la culpa, preparemos digna morada al Hijo de tus purísimas entrañas, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. AMÉN

DÍA SEGUNDO: ANUNCIACIÓN

(Lector)

Congratulemos a María, fieles devotísimos de su Amparo, congratulemos a María en tan felices circunstancias, en las que concibiendo por obra del Amor Divino, al que venía a iluminar nuestras tinieblas, ha sido llena de una gracia tan especial, que ha comunicado gloria a los cielos, Dios a la tierra, fe a las naciones, fin a los vicios, instrucción a la vida y dirección a las costumbres.

Consideremos a María en su feliz Anunciación, recreemos nuestro espíritu con las abundantes gracias que de la concepción purísima del Verbo hace descender a favor nuestro; llenémonos de júbilo en este particularísimo Amparo y patrocinio, con que nos favorece; colmémonos de gozo y alegría; tributémosle nuestras fervorosas adoraciones en la tierra, hasta que gocemos de su compañía en el Cielo. AMÉN

DÍA TERCERO: TRÁNSITO Y ASUNCIÓN

(Lector) 

Ya se acercan los últimos instantes de su preciosísima vida a nuestra amante Madre, a aquella Madre de piedad y misericordia que en todos los momentos de su peregrinación en este valle de miserias siempre se ha empleado gustosa en ampararnos y defendernos con su dulce protección.

¡Oh dulce Madre! ¡Oh Madre de amor hermoso! ¡Cuánto debe complacernos tu gloriosa Asunción a los cielos, tu subida triunfante recostada sobre tu amadísimo Hijo, cuando conocemos por ella que domiciliada en el cielo has preparado para nosotros una ciudad de refugio!

Bendigamos a María en su dulcísimo tránsito, alabemos perpetuamente su gloriosa subida a los cielos, celebremos con afecto de amor su coronación gloriosa, porque teniéndonos siempre presentes, como a sus amados hijos, nos sacará triunfantes de la tierra y nos llevará a ser gloriosos en el cielo. AMÉN

 

Una vez considerada la meditación de cada día, se rezarán cinco Ave-Marías en honor de las cinco letras de su dulce nombre

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, infeliz pecador. AVEMARIA

Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar amargamente mis pecados. AVEMARIA

Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. AVEMARIA

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. AVEMARIA

Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo. AVEMARIA

(Haga cada uno la petición a la Señora por la particular necesidad que le aflija) 

 

ORACIÓN FINAL

(Todos)

Acordáos oh piadosísima Virgen María que jamás se ha oido decir que ninguno de los que han recurrido a Vos implorando vuestro AMPARO haya sido desechado. Animado yo de esa misma confianza, acudo a Vos oprimido por el peso de mis pecados, oh Madre, Virgen de las vírgenes. No desechéis mis súplicas, Madre del Divino Verbo; antes bien, acogedlas favorablemente y dignáos oirlas. AMÉN

ACTO DE CONSAGRACIÓN

[Todos]

Acordaos ¡Oh, piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno que haya acudido a Vos, implorando vuestro AMPARO y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, acudo también a Vos, Oh Virgen madre de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, Oh purísima Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente y concededme lo que os pido. AMEN

 

Pidamos las gracias que deseamos conseguir hoy por intercesión de nuestra Madre, María Santísima del Amparo. Y para ello, la saludaremos con cinco avemarías y las jaculatorias siguientes:

[Todos]

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, infeliz pecador. AVEMARIA

Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar amargamente mis pecados. AVEMARIA

Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. AVEMARIA

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. AVEMARIA

Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo. AVEMARIA

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. AMEN

 

ORACIÓN FINAL

[Todos]

¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco del todo a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, Oh Madre de bondad, guardarme y defenderme como cosa y posesión vuestra. AMEN

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Oh Dulce Corazón de María, sed mi salvación

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

Regina Coeli

Regína cæli, lætáre; allelúia.

Quia quem meruísti, portáre; allelúia.

Resurréxit sicut díxit; allelúia.

Ora pro nobis Deum; allelúia.

V. Gáude et Letáre, Virgo María; allelúia.

R. Quia surréxit Dóminus vere; allelúia

Orémus: Deus, qui per resurrectiónem Fílii tui Dómini nostri Iesu Christi mundum lætificáre dignátus es, præsta quæsumus, ut per ius Genitrícem Vírginem Maríam perpétuæ capíamus gaudia vitæ. Per Chrístum Dóminum nóstrum. Amen.

Traducción en español

Alégrate, Reina del cielo; aleluya,

Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

Ha resucitado, según predijo; aleluya,

Ruega a Dios por nosotros; aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya,

Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Oración: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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